1) LA RAZÓN DE LA FE
I
El dogma de la fe nace de la gracia de la fe,
el de la incredulidad nace de la desgracia de la altanería conspicua.
El no matricularse con ninguna afirmación
es el más truculento y chuchumeco de todos los dogmas.
El siempre deplorable y árido ateísmo
es la expresión espiritual máxima de la arrogancia.
La fe en el Redentor es inconmensurable y sublime
y se cuelga al culmen del gozo de un solo estacazo.
La razón ha rayado su chiquito campo de juego con un abismo insondable
y melodramático, habitando en la pigmea y desoladora caverna
de lo posible, lo probable y lo mamarracho, blasonando.
En aplaudir lo que los intelectuales loan y en masticar lo que el gentío rumia
no hay significación, fanales ni vomipurgantes.
El sordo más espeluznante es el pensador presumido
con una parlería de manso y humilde y escrupuloso.
La inteligencia solitaria siempre termina en esa flamante sima desahuciada, agobiada de homenajes, condecoraciones, perforaciones inciviles,
partidarios naufragados baturros y pordioseros engominados.
La razón y la fe forman esa yunta que te arrastrarán a la santa cruz
y a los anaqueles, a la complacencia y al cabeceo al filo de la navaja,
a la cueca bien zapateada y a las pajuelas prendidas.
Sin fe, las semillas son semillas,
con fe, contratarás un cúmulo de cuadrillas de guardabosques.
La razón es un círculo vicioso menguante ermitaño
dedicado a evadir la emancipación del alma,
mediante las más sesudas maniobras, enlabios y portazos reincidentes.
II
La fe no es:
el refugio de los cobardes y pisiricos;
la panacea de los enclenques fogueados;
la excusa de la injusticia cometida;
la adarga de los estultos y perdedores.
La fe es: arriesgarse a tenerle fe a la fe;
acoger al Verbo encarnado con un corazón de mantequilla;
es ser honesto con aquello que no ves y presientes;
intuir y actuar.
Los valientes pegan su dedo al timbre de la verdad.
La fe en el Manumisor te destierra de la infelicidad.
Creo, luego existo.
Creer primero, para ver y sentir la evidencia,
y saldar así la gresca de los siglos.
A través de la epistemología y el raciocinio los tontos y analfabetos
quedarían excluidos de la posibilidad de acordonarse al candil.
El medio ecuánime y alcanzable por todos y en igualdad de condiciones es la fe.
Cualquiera adora a Dios, es juicioso.
Amarle es más que empapelar la oquedad.
La contumacia es más granítica que la curiosidad.
III
Fe y razón juntas o ¿duda y sinrazón?
La trascendencia como tal sería inadmisible,
un pegamento de chiflados descalzos, una aventura desde el más acá.
A continuación del salto vivificante es esquemática, proficua y pulquérrima.
El hado de la duda locuela es la fe y el de la razón es inquirir
con avidez y una mente abierta a los vulturnos,
de quien es complemento y por qué resopla desinflándose,
en cada caramanchel y merendero.
¿Cuál sería la razón del no ser de la razón?
IV
La razón se divorció de la fe: el hombre es libre y posmoderno.
La razón arrastró al ser humano por los recovecos del oro de los tontos,
rescatándolo de cadenas que no poseía,
ofreciendo una paz bañada en sangre, de broza.
Y sólo estamos a mitad del camino y ya la diosa razón nos lisia
con la desesperanza, el nihilismo, las tarquinadas,
la sandez dura y otras boscosidades dispares.
Se distanció de la fe y el hombre quedó confinado
a deseos torcidos en el arenal de las miserias.
La ansiedad señorea telepáticamente.
V
El despotismo sublime de la agudeza,
la intransigencia insuperable de los progresistas,
el absolutismo del humanismo laico,
los trastrueques del que no pestañea,
los amartelamientos del misacantano,
los berenjenales de la incoherencia anunciada,
las pestañas postizas de la zarabandista,
la intolerancia de los tolerantes,
el trasudor del pyme,
los mechoneos y mecimientos de artemisa,
los orinales del deseo.
VI
La capacidad no posee moral ni patria y sí devotos fanáticos.
La divina razón reemplazó a la divina religión.
Maquiavelo fue el segundo maestro, el papa el primero,
con principios desligados de toda moral,
que se subordinan a los vientos que soplan.
No hay mucha luminiscencia
cuando se critican la superstición y la perversidad extrema.
Todos los hijos terminan ofuscados y atrapados
en su lógica sin pilares.
La descomposición mental cadenciosa
es la madre de todas las edades de la Razón.
2) LA REALIDAD DEL IDEAL
I
La rebolluda realidad del alma es la corporeidad de la siquis.
Es el vicariato, su ecografía.
El inerte espíritu humano es el vocero del Creador.
¿Por qué la larga siesta del delegado es tan pesada
que ni mil besos de una princesa azul prendada lo desadormecen?
El apoderado aguarda en un subacuático encallado las instrucciones de la voluntad,
fumándose una zozobra que se hincha más y más,
enganchada a un ideal con racimos de interrogantes
perennes, irritantes, esferoides y pasilargas.
La vida reanimará al portavoz y la juerga incesante será la credencial pechiblanca.
II
La razón lo invita a un mundo ideal y a su voluntad la atrapó un embuste
pulido por los linteles de las suspicacias altivas.
Su ideal, por ser un imposible, es caricaturesco.
¿El cigoto de la razón y del perfil del materialismo son la absurdidad, el azar,
la petera, la porfía y los motetes de cada corcho, de cada bornizo?
La cognición y el jumento no poseen luz natural,
ni discernimientos ni cargos de conciencia,
y ni siquiera es ciega, obtusa o tremebunda.
Sólo es el reflejo del alma, del ser.
La mente sola es una linterna sin baterías,
un funeral altisonante sin un cadáver.
3) NO LO CREERÉ
I
La calamidad de ser un escéptico
te escupe en cada monólogo y recodo.
Con la trompa de eustaquio en el lodo,
es una bribonada ser un curtido catedrático.
No venerando al Salvador
adquirirías la pose de un bípedo inteligente.
Deshabitado está el patio trasero de tu frente
y nada de nada experimentas alrededor.
El adicto a Cristo Jesús es candoroso,
tú eres de un prospectar afilado.
Por las cuatro esquinas eres tozudo
y atrancas tu cacumen con alborozo.
II
La congregación de los escépticos milicianos
se reúne en su rosigada iglesia, sin crucifijos ni persianas
ni romerías, y a veces, eleva un ángelus por Grecia.
Desestiman la fe pura en el Omnisciente
estampillando por doquier sus frenéticas encíclicas.
Peregrinan con sus pagodas a cuestas.
Jamás se complacerán en sus basílicas.
III
El ateísmo es una religión con recelo que instituyó
a la negación recalcitrante como su beatífico jubón, yelmo y refugio.
El renombrado florecimiento del Mesías lo soslayan
con garambainas y subterfugios.
El ateo es fundamentalista, ocluido y envarado,
y no labra la dicha ni en sí ni en sus semejantes.
El medallero de los difuntos píos lo conturba.
Los inservibles desahogos en la hora del adiós
van a ser donosos, encizañadores y abundantes.
IV
Soy un discípulo febril del escepticismo,
un ortodoxo de la incredulidad esencial.
Niego al gran arquitecto con una religiosidad acérrima.
Me nutre, me forma, me chamurra, me deforma:
me es un influjo irresistible y dulzón,
y con mi testimonio evangelizo a los peatones y corolas.
Los suspicaces sacros son mis patriarcas,
luceros y barotos, en la autovía estigia.
Yo asevero fijamente que no hay que creer.
¿La fe es un salto impugnable a lo invalorable?
¿Cuánta sal aporta el descreimiento?
El rehusarse así es un provocador acto de fe.
V
Cavo con bríos, dentro de las medidas,
el volumen es perfecto, espero mi día.
Nadie colabora, escribo solo mi epitafio.
He sido coherente como un semáforo sincronizado,
la soga que tengo hoy es mi exordio.
4) PORFÍA SUPREMA Y TRANSHISTÓRICA
Las ideas ciertas reciben sus calorías y entremesiles de la nueva alianza y los ríos cuerdos, después de una cadena impepinable de porrazos no sazonados y sulfatados, siempre aterrizan en el ancho mar.
Los pensamientos poéticos y patéticos y quiroprácticos que soñaron o deliran por abrazar de pie la luna con una mano, están predestinados a convertirse en un lago confinado por las deliberaciones de la Historia.
El océano es el paradero engalanado de las aguas pías que marcharon con sus atabales a la puesta de sol hasta besarle el pómulo derecho.
Coquetos son los pantanos deturpados que escoltan el largo andar del viajero veraz y leccionista.
Los preceptos lavoteados que convencieron a las masas, despreciando con altura de miras el oráculo divino, hoy ven aprisionados, el raso fluir de la verdad.
El debate intelectual prominente en el fango es infecundo y la almohada altera tu espinuda y trasvolada armonía.
El barranco adulón aportilla tus reflexiones descarnadas.
Con el descarte de la encarnación de Dios, todo análisis tramita burocráticamente su declivio, y la conjunción fajada de estos forman el panteón de los anhelos cremados ínsitos e insolutos, y de los dioses miopes idolatrados o tontilocos.
La montaña fue equitativa al darle a los presentes las mismas posibilidades de zambullirse en la verdad.
La ideología punzante no se adentra en el mar.
Su especialidad es chapotear en la orilla con brillantez, abnegación y con la toga palmada puesta e invigilada.
Las conclusiones magníficas con sus escrocones se encarpetaron en una laguna académica incandescente y formalote, con la sequía con forcinas como superficie y fondo.
La playa es el puente felpudo de sabios y halacabuyas.
La sensatez se subyugó al evangelio amonestador.
5) LAS PROPIEDADES DE LA NADA
I
Vuelo ungido y absorto por los intestinos del vacío cartereando evidencias para que desde la nada nazca al menos una diminuta esperanza o un machuelo.
Nada hallo, nada atornillo y nada reverbera, porque en la nada nada hay, ni siquiera un tufo deslomado o desgalichado, o de otra forma ya no sería la nada, la nada misma.
Relincho desengañado y avellanado: ¡nada por aquí, nada por allá!
Como la nada nada es y nada genera, con nada me quedo y se cierra el arcón.
No ridiculicen mi irreverencia disfrazada de modestia.
Codiciando en la antecocina con una fe integrista que la nada por sí sola o por sí misma deje de ser nada y se transforme mágicamente en una partícula, en una chispa o en un pirgüín, he derrochado años martillándome el casco.
Nada merezco y nada gulusmearé porque después de la fenomenal travesía,
la nada continuará siendo nada
y sus enfermizos prosélitos unos hijos y mitrados de la nada y nada más.
Soy un retoño de la nada, de la nada enaltecida.
Nada más el triple de nada es nada, sin esguinces.
Nada cuesta entenderlo, todólogo arrastrapiés.
Si rezan con el estómago en el adoquinado, la nada por ser nada nada inventará, excepto ovejas materialistas radicales que insisten con su corazón y ombligo elevados al cielo: ¡glorificada y sublimada sea la nada!
La nada, como fuerza instauradora, es un disparate
de la pedantería diligente y emperejilada.
II
A la nada le sobran adulones místicos, confederaciones y brigadas de lameplatos.
Con su tozudo historial, la nada guía voluntades a la nada,
malgastándose por nada.
Por medio de una fe fantasiosa y nictálope, el ateo confía exaltadamente que ningún saber confiable viaja por estos callejones descremados y camiseados.
Enganchado a su descuadernada autorrevelación desdeña:
los enlaces probados por los autos de fe;
el complejo y feraz metabolismo de la redención;
el cambio climático desde la isla de Patmos;
los videos que repletaron el cañón del colorado con martirios, buenas obras y taquiraris;
el amor que sobrevivió al complot luciferino;
las bengalas y el incesante guitarreo de esa dimensión parcialmente tastada;
las manucodiatas y no los mimodramas del meigo.
¿Cuál es el embrión de las fluctuaciones del vacío?
El nihilismo es un salterio impresentable.
El vacío nunca estornudó, nunca niñeó.
La polisarcia del púlpito del ateo es un publirreportaje, un alijo.
III
¿Qué sería del papahuevos sin la nada?
¿qué sería de la cosmología local?
¿qué sería de los tatarateos de los tarúpidos?
¿qué sería de la ciencia exacta?
¿qué sería de los paradigmas de Teseo sin la nada?
¿qué sería de la baba escofinada sin la nada?
La nada nos da el aliento de un querube,
nos vulcaniza en cualquier punto del recorrido,
nos da una posibilidad de ser rondados,
nos da una antropometría antibacteriana,
nos da un credo terco y atractriz y tendencioso.
IV
La nada transitaba por ningún lado paseando a su perro
y repentinamente se puso imaginativa y ¡boom!,
emergió el hidrógeno, el helio, el cactus,
el sistema nervioso, la truhanería y la fe.
Intentando encarrilar a la humanidad derrumbada
la nada nos ha abastecido
de cientos de videntes y lumbreras esteparias.
6) ADMONICIÓN
El silencio es:
un brasero trepador en la conciencia;
la explanada de una plegaria ad líbitum;
un arpegio abarrotado de licencias y reconvenciones;
un ciclón, con treguas traicioneras y prolongadas;
una silla de montar en un corcel albugíneo;
la implorante sombra de la vía dolorosa;
el metro cuadrado entre la duda y la gloria.
La apacibilidad consiste en no contrariarle.
7) EL PUNTO DE PARTIDA
Su bisabuelo es un orangután egregio y su bisabuela una orangutana innovadora. No se investigue más del abstruso asunto que hoy los biznietos cantan victoria, henchidos, con toda la extravagancia viable de una gorrionera. Doctos y decanos, colmados de una fe ciega en conjeturas fantásticas y polifonemáticas, edifican breviarios y loores y postres de frutas, a la teoría de la evolución y sus otras parentelas, sin ninguna evidencia concluyente, haciendo así del cientificismo una casta sacerdotal encantadora y popular. Habría evolución en el santo cielo, en el orbe, en la mente, en la biología y en los recovecos escamosos. El daño ecológico brutal, la explotación de los niños, la pornografía por contenedores, el aborto ad infinitum, la asquerosa distribución de la riqueza, el racismo rabioso y la denostación de algunas teologías a las mujeres, serían la pistola humeante de una involución que no falla. Entronizadas sean las probabilidades y el chimpancé. Que se aplauda en cada laboratorio o porciúncula los místicos y mitológicos eslabones perdidos o descarriados. Oponérseles es un sacrificio digno de leña bendecida. Dado el irrebatible y machucho creacionismo sobrenatural, germinan como estrategias los fraudes filosóficos de la evolución, la generación espontánea y el materialismo, como los únicos antagonistas opíparos al génesis del universo y del ser humano. Hay dos posibilidades y ninguna otra: ¡creacionismo o materialismo!, y ambas son religiosas. ¡Decidid, antes de que ya no sea temprano! El materialismo nunca ha sido una especulación seria. Sólo hay espacio para la creación de un proceso fortuito, en la fachosa y solerte ciencia ficción evolucionista. El castillo de Carcasona no es un vástago de la generación espontánea, de la nunciatura de los porcentajes. Los dementes doblan sus rodillas ante la declaración de que un reloj se puede fabricar sin un relojero. El cosmos es un despertador estiloso y carpintereado. La materia tiende a degradarse, no a elaborar galaxias bajo un orden impresionante, complejo y sincronizado, a no ser que los planos con todos sus motores hayan sido confeccionados previamente. ¿Qué neurona decoró el primer hálito de vida? ¿cuál es la dirección del sano juicio derrumbados el envanecimiento, la infecundidad y los anzuelos? ¿Por qué la Jerusalén inmortal es la capital de un reino? ¿Con cuánta nescedad y testarronería niego una creación sobrenatural que nos adentella, que nos acollona?
¡Decidid!
La generación espontánea es brujería pura, suculenta y sublime,
que ha embaucado a algunos académicos impenitentes, embebidos.
¡Zanjad!
8) LA DECREPITUD DE LA RAZÓN
I
La razón es la solución a los quebraderos que creyó situar y que tampoco se resolvieron. La superstición goza de buena salud y de sabidillos. Es que es un ingrediente de esa carnalidad que polvo y pastiche es. El hombre examinó y se documentó, y fue tan intuitivo que la bestialidad se ancló a la sima del ser, como nunca antes, porque la naturaleza humana caída no fue considerada como tal en el desaguisado, en la decrepitud. Desde la baulera pretende divisar y pellizcar la realidad objetiva, por la fe, por su fe, engomada a su bancadita galana. Con la electrónica la ruindad se caracterizó.
II
La quillotranza de la razón es notarse alfeñique,
vulnerable, dependiente y romántica.
Tocó su techado y no pilota el carromato.
La postración al secularismo se institucionalizó
en las personalidades exhaustas y terremoteadas.
Alucinaron al límite a la multitud estos yihadistas de un laicismo
que no exhibe ninguna de sus zarpas y babequías.
Una confesión sin el nuevo pacto como pilar es un cataclismo laureado,
una barbarie campante.
III
No posee iniciativas ni provezas.
Un contexto que confecciona aprensiones, sudaderas mulsas,
trémolos, adamantinos, aciertos y protuberancias, le precede.
Sí es la embajadora bien pagada de la voluntad.
La duda fructuosa y la desidia del pollino infatuado no son hermanables
y la razón es el primer hemisferio, una fotografía de costado,
un joyelero entenebrecido.
La voluntad es antojadiza casi siempre.
IV
De ella dimanan variopintas voces, del evangelio indefectible una.
En un nomenclátor abigarrado de tonalidades robinsonianas,
una ética objetiva mínima y asimilable se despluma
con el primer biberón sustentante.
La venerada y derruida razón,
que carece de una barandilla de donde agarrarse
para rebobinar y de un tarimón tieso,
o es una huérfana sucumbiente
o es el rutilante maestresala del Gólgota.
9) UTENSILIOS Y SINUOSIDADES DE LA MUERTE
Es el arranque del gozo eterno o del pavor inextinguible, suscrito soberanamente.
Irremediablemente nuestros sentidos hurgan más allá
de la estrambótica necropsia y del dadaísmo.
Al cementerio se ingresa de manera muy ordenada,
con una lápida en una mano y un fallo en la otra.
A cada resto óseo se le reserva un nicho psicasténico.
El fémur sobresaliente ignora los acontecimientos futuros.
En los lavados, el impenetrable final del pasillo
no es una certeza dislocada o un dédalo.
El objetivo específico de la muerte física es la gloria imperecedera del alma.
La tumba es la cuna, la hora cero.
Son los utensilios y sinuosidades.
El funeral jala por ser una bienvenida, aparatosa.
Eres neblina que se desvanece
y quizás esta sea tu penúltima ducha de agua turbia.
En la próxima parada los puzles declinan.
O te subes al apolo o al deslizadero tuturuto.
De las dos portezuelas de evacuación del salón,
una es anchísima, pluralista, inclusiva, intercadente, masiva y precaria.
10) UNA MEDIDA PRECAUTORIA
I
Cuando un docente se estrella con la autenticidad
mantiene en pie su prestigio y el de la licenciatura
reculando grácilmente, pian piano, como medida precautoria.
Quedarse pegado es indecoroso, poco serio, charro.
Rogar con todos los cirios encendidos al Padre
como parte de un experimento de laboratorio
es una fechoría impensable, una ordinariez, un tizón,
ya impugnado con ira por las naciones unidas.
Deprecar a los iconos humanistas es el silabario y el pentateuco,
del profesor que brillaría por sus milagros,
que serían superiores a los créditos sobrenaturales.
II
Cuando un científico procura ser filósofo es un improvisado domador de mandriles abombados, y cuando intenta ser un teólogo civil es la manzana porruda de Guillermo Tell. Explotando el seso, la experiencia de las centurias, la voluntad vívida, el refocilo, la mística, la ilógica, el sentido común, el sentimiento, la intrepidez, la revelación, y sobre todo la intuición extrasensorial, no concluirá que el nuevo pacto puro y sencillo es el mayoral. Su anquilosado monasterio se comprometería.
III
La fe positiva en Cristo es su fruto prohibido,
su monstruo marino, su caimán en el tobillo,
y el sentido común con la espiritualidad son anatemas.
Su serpiente lo invita a pasearse en monopatín por el creacionismo
mezclando, untando, catando,
mas no cae en la tentación de saborear la fosforescencia,
de ensayar en el obraje de un reino que no traga.
El delirio del apático es no moverse, no enmarañarse.
No paladeará la otra manzana.
La fe envolvente es su blasfemia ciclópea
y el besar el padrenuestro es una palabrota,
que los vicedecanos empalaron en el aula magna,
con cerillas y una biblioteca de ojén.
Con los apóstoles del racionalismo, se transporta.
IV
Si tu todo es errado, tu traspié es total.
Con rozar el farol no basta.
El Absoluto es uno, celoso y fuego consumidor.
Acertando de vez en cuando das pasos potentes en pleno abismo,
en ese itinerario que te drogó hasta quebrantarte
y botarte en una perrera clandestina.
V
El físico posee su distrito sacrosanto, su lenguaje monacal discipulador,
su principado de números, sus claustros herméticos,
su calculadora con una lauréola.
Si transa queda despojado, esquelético y lipendi.
Si confiesa sus limitaciones, sonrojos y cangallas,
se desconsuela, con las vísceras anudadas.
Todo lo que no habite en su feudo reverenciado es una denigración,
una disyuntiva descartada vilmente.
Los fundamentos beatos del escepticismo
dominan los sínodos a los que asiste, copleando.
11) EL ORIGEN DEL ORIGEN
I
¿El cosmos siempre pataleó?
¿el zinc y el hierro siempre residieron ahí?
¿la harina que manufacturó la materia nunca nació?
¿la osa menor es un vástago de las probabilidades?
¿la energía no ostenta un cantautor?
¿el tiempo y el espacio debutaron por un acto hechicero?
¿no hubo un primer chispazo lleno de colorido e ingenio?
Dios, el hombre y el castor, son delineantes, ingenieros y ornamentadores.
El puente de Londres fue abocetado con afecto,
aseguran los ateos rudos con sus tizonas al viento.
El libre albedrío te permite negarlo todo majaderamente,
poseyendo así méritos propios todo acto de fe.
Creer en un gran arquitecto es razonar penetrantemente,
contrariarle es disgregarse, es ser un pisapasito.
Detrás del cigoto de cada embrión hay un compositor.
El cerebro es finito, la altivez no.
La razón solitaria como canal de la verdad son los siete mares convulsivos,
dentro de un dedal cursi.
II
Nada posee su origen en sí mismo.
La molécula no se sombreó a sí misma.
El velocípedo no se trazó a sí mismo.
Esa nada mudable no se implantó a sí misma.
Todo tiene una sala de partos y de neonatología.
Creo: en el bien común y en la ética,
en los concilios ecuménicos de los axiomas de la ciencia,
en un azar bienaventurado y emprendedor,
en el big bang de las matemáticas,
en las teorías de la relatividad y de la evolución
y en las otras que fraguan mis profetas.
No creo en un Inventor, en una creación.
Me debo a mí mismo.
III
De perogrullo es que el universo es un diseño genial, y que su autor es un superdotado y un buen técnico, a lo menos. Los cosmólogos chillan que hubo un inicio, emotivo, un primer segundo, con coreografías y cotillones. La conciencia no fue puesta en escena por las veleidades de la nada o de la sinrazón o por el rayo de una cosoriola.
¿En qué market compraron la acrisolada energía primitiva?
¿por qué la fuerza electromagnética está en su punto?
¿quién ajustó tan finamente el cómodo firmamento?
¿quién puso el discernimiento perspicaz sobre el velador?
El observador honesto marcha hacia el creacionismo sobrenatural
con mariachis ecoicos y dulcísonos.
IV
La materia que germinó en una maternidad un día fenecerá. El Eterno introdujo la finita materia dentro de un plan. El alma, que germina con la concepción del ser, es eviterna. La carne y la materia se convertirán en polvo. El propósito del alma es entonces infinito. Desde la nada el Creador creó todo y la nada o el azar no poseen ninguna capacidad urbanística o cinematográfica. Dios no tiene ni cronómetros ni fincas ¿Sin motivo alguno el complejo cosmos se aparece solo? ¿Cuánto fanatismo se demanda para negar la creación?
12) PERCHERÓN TIESO
Las arenas movedizas neutralizan al que titila.
No consigo refaccionar las esperanzas enterradas.
Fotografías vetustas me retuercen.
La tropilla deslucida avanzaría, yo no.
Es la cofradía de las calaveras ominosas.
13) LA QUE NUNCA ES SOLIDARIA
I
La razón a solas no receta norma moral alguna, no las hilvana ni las fortifica con cazuelas. Sólo las combate desde su sanctasanctórum. De uno u otro lado, es vasalla: es su destino. Y si riñe con un santuario sin moradores desde su oscurantismo condimentado y paipudo, es porque solitaria es una expósita colorinche. El hombre, al sentir, intuir, comulgar y cuestionarse, es mucho más que un examen gélido y vistoso, que el pragmatismo y la fe. El hombre es una criatura, un cuesco enterrado regándose.
II
El que niega la conversión al Redentor requiere de una fe torcida y ensiforme,
de un corazón de cobalto y gusarapiento, de músculos gurdos y embotellados.
La fe no es regalada ni relegada sin un mínimo consentimiento previo,
ni aumentada sin una solicitud plausible.
El Espíritu no asesora a los cuasihonestos y el alfaqueque da vueltas en círculo.
III
El racionalismo germinó sin pulmones. Por la turbación del alumbramiento nadie lo apreció. La razón, que es la que acompaña la jugada, nunca es la esencia, la fuente de la virtud. El pensamiento cierto o las obras que anegan de amargor el ser no desatan el alma. Es un negrero que manufactura dictadores, utopías, ocasos y suplicios por toneles. Inferir únicamente sobre la razón es un desbarro, que te mimetiza con la inconsciencia, con el tracoma. Te desligaste del Omnipresente con temple y te haces pis por los poros.
14) ALLANAMIENTO A TU FICHA CLÍNICA
Al arribar el Creador en la estación del último escondrijo de tu ser,
halla constelaciones de vanidades beneméritas y soberbias de alcurnia,
que glorificabas en cada orto y rapsodia, obtusamente.
Por piedad, te muestra la estrella más débil de tu caótico éter,
apartándote del descalabro pulverizante
o de una crisis de corte suicida y coxálgica.
Tu petulancia emperifollada con zafiros y jaquecas
no aguantaría enterarse de la extensión y señorío de tus escorias,
atascadas en los soliloquios.
Cada estrella exhibida, con la sintaxis extraviada,
es un turista indocumentado que se pasea dentro de ti
como Pedro por su casa, con robustas veleidades complacidas y contumeliosas,
inmostrables en un bazar, en el belvedere.
Debajo de la epidermis se albergan las encrucijadas que indagan a hurtadillas
sobre el pórtico que brilla y brilla
y no quieres poder verlo, y está ahí,
con todas sus prerrogativas y galardones.
O escalas los peldaños, enamorado de la gracia,
o desciendes de una vez desde tu guarida al despeñadero
de los ángeles caídos y encartados.
15) LA NOTIFICACIÓN
No desenrolles en las postrimerías de ultratumba
con lujos y detalles todas esas intimidades.
Tu interior y las nebulosas te cacarean con paranoia
que eres un pasajero irredento y guijeño.
Eludes los resquemores siniestros en masa, la derrota de tus sesos,
el reproche de tus huesos, el can can de tu antagonista, el pisoteo clubista.
En la meta de tu ser infinito no hay misterios.
El universo es un reloj y muchas ya son ovejas adictas
del supremo Relojero y sus metaplasmos.
No amarres tus entrañas a lo que es perecedero.
No le dones tu espíritu a ideales clichés o parapléjicos.
Refutas la alianza y nunca digieres un bocado,
nunca la rumiaste, ni por entrometido.
Adquiriste una acuarela abigarrada de vivencias,
mas en el experimento o tentativa de clamar a Dios
sobran los desaires y las escurribandas letradas.
En el portalón desechado y coronado con espinas
reside el reposo espeso y perenne, y el tartanero.
Desde el envoltorio no olfateas los tumores diseminados,
los sultanatos de pasiones que te tabican las calles de oro,
las juglerías y el happy hour.
Escarbando en lo palpable no te consolarás.
Aunque la brisa y la verdad sean invisibles,
las sentirás hasta el inexplicable regocijo.
Columbrando no avanzarás tu primera pulgada.
El confín no es el límite, es el preludio.
Los utopismos no aprenden que:
todo proyecto sin el Salvador es una fosa sórdida;
son contestatarios con sus militantes y secuaces
que llevan consigo el virus del desastre y que nadie lo ve
por lo inflamado que es el debut.
¿Cuándo dudarás con calor de tus vacilaciones nimbadas?
¿Cuánto más durarán tus dudas duras?
¿Cuándo concluirán tus inconclusas conclusiones?
¿Cuánta incredulidad descargas sobre tu laicismo selecto?
¿Quién salta de dicha en el barro con tus convicciones?
¿Por qué te enredas con irreductibilidad
en una discordia estéril, engallada y envarbascada?
¿Expirarás de pie en los pasillos del vasto catecismo
de las insatisfacciones, del que jamás te desacoplaste?
Sin la santa cruz el debate interno es eterno
y acertar en el ataúd es un chascarrillo.
16) AZARES DEL ESCURRIDIZO AZAR
¿Qué y cómo es el azar?
¿Cuáles son sus atributos y dones?
¿Se desalienta con facilidad o esporádicamente?
¿Quién pone los pies en el fuego por esta calina?
¿Cuál es su tope intelectual o confesión de fe?
¿Tiene alguna pifia significativa o exterminadora?
¿Cuál es su silueta o casilla postal?
¿Cuál es su quinta sinfonía, su Belén?
¿Cuál es su contraparte, su adn, su palacete?
¿Baila tinikling con los ojos cerrados?
¿Con qué atuendo participó el azar
en la creación del remordimiento, del challenger,
del canario majareta o de la entereza?
¿Cuál es el cancionero de los parciales del azar?
17) EL AS BAJO LA MANGA
El lado más oscuro de la nebulosidad
se asomará broncíneo, en el epílogo.
No divisarás su densa umbría, desmoronándote,
por el tonelaje de tus obras.
La calamidad te agujereará con intencional tardanza,
con tus sacramentos y coartadas de bonete,
y con culebras multicolores, zaragateras y romeriantes.
La lágrima no bajó por vergüenza,
hacinándose en el tonel con olores eméticos.
Afírmate cuando reviente y todo se disgregue.
18) LOS SENDERISTAS
La hermana razón peregrinó hasta el desmayo.
El hermano fe le extendió su mano
y se adhirieron mutuamente en la marcha
que por sana intuición, iniciaron por separado.
Si uno desestima al otro, perecen los dos.
Unidos, catan todo y se reinstalan en el infinito.
Es que se casaron y fueron excesivamente felices
en todos los nanosegundos subsiguientes.
19) EL BRAZO QUE SE TORCERÁ
Lo que no se justifique por la razón
no se incorporará a la venerable academia.
Toda filosofía es hueca sin su otra mitad.
El escéptico anhela que aun siendo coja
sea productiva, atlética, sapiente y caicobé.
En toda epistemología el fideísmo se adhiere
como la peste o como una salvajada inesquivable.
La conversión es una experiencia arrolladora
que la vocería de los sentidos relata maravillosamente.
El ángelus de la razón te desplomó amablemente.
20) EL ATEO ES EL MÁS CRÉDULO
I
Creen en sus supuestos chanfleados, en sí mismos, en sus onanismos de pizarrón, en sus crucigramas punteados. Otros apuntan al Ser Supremo y otros descargan su fe en la nada o en la casi nada, arrebatados por las rondas de vigilancia del secularismo. Todos creen en una teoría, en un fiambre. Es inadmisible e inhumano ser un incrédulo. La fe es el prekínder, la categoría primogénita. Sin fe es insostenible ser: un ateo, un agnóstico, un salvado. El que cuestiona una doctrina apuesta con fe a otra, a su antípoda, o a un símil o a algún primo remoto. Otros danzan embrujados a la diosa nada, al hado, al cerebro en sí mismo o a alguna figura humana o geométrica de yeso o piedra caliza. Creer o no creer no es la cuestión. Todos creen. El punto de quiebre es: ¿en qué confiar, clarividentemente? ¿Qué plegaria transfigura el ser?
II
Mataron a Dios y aún no lo entierran,
y los incluseros hacen filas interminables en cualquier sitio,
pretendiendo encentar su desamparo enmarcado por esqueletos grises sin carne,
y con el abismo como guarida sensata, según el fallo patriarcal del arcediano.
El laboratorista probo actúa como arzobispo imbuido,
deificando sus conjeturas flatosas, desdeños, musas y asmas.
No te liberan de ningún sobresalto cuajado y jamás remontan a su opositor.
III
Es un ateo realizado, se mueve como un cisne real encopetado.
Da charlas con su filtrada mudez también
y su ego se desborda en cada estercolizo.
Es muy solemne cuestionando la creación y si no le exhiben un dvd,
Dios no es tal, aunque esté presente en la mesa redonda
sin que se le vean ni las cejas.
Los frutos estremecedores de la fe serían una sugestión,
un perspectivismo encuadrado.
21) LA BITÁCORA INEXTRICABLE
Antes de que el carbono constase,
mucho antes de que el polen apareciera,
muchísimo antes de la apertura de la felonía,
Dios planeaba serenamente, recomponía.
Igual el alma nació con libre albedrío,
igual el cosmos es nuestra hostería,
igual el boleto gratis de regreso está ahí.
Dios recompone todo serenamente, como lo planeó.
22) EN LA PEDRIZA
I
El escepticismo es el garlito del incompetente,
del arrogante que clausuró todas las portezuelas,
del que desprecia la experiencia mística.
La duda no es un fundamento de la fe,
el inmovilismo te atrofia las rodillas.
El sol y las certezas se presentan con ímpetu.
La suspensión del juicio es la excusa tallada a mano.
II
Está muerto, el hombre lo electrocutó.
El Hacedor optó por no perecer
a pesar del gigantesco intento.
Salió fortalecido de la experiencia.
Abandonar la fe es la bancarrota totalizante
y hasta el agua carece de sentido
y la voluntad es un espectro sin nombre.
Me perdoné a mí mismo
y no hallé magnanimidad ni consuelo.
Dinamito algunas grietas del muro
y propongo un manicomio emocional como réplica.
III
En unas horas más palmaré.
Un cura gesticula y algo habla delante de mí.
Es la última diligencia antes de pagar la cuenta.
La enfermera no lloriquea.
La funeraria tiene la tumba abierta.
Tengo todo tipo de sospechas teológicas y criptogramas.
En el otro lado nadie se ríe al divisarme.
Me presentaré en el juicio final con un gorro pasamontañas.
23) LA RESTAURACIÓN POR FASES
La fe vívida posee una explicación plausible.
La metáfora sacra leída sagradamente te encumbra.
El desconfiado perspicaz se nutre de especulaciones propias.
La fe pensada rescata al ser de la opacidad cierta.
La reconstrucción es el antecedente del empirismo.
24) LA DESCOMPOSICIÓN
Subió al monte
y bajó más desconcertado y sin la brújula.
El superhombre está desprovisto de clemencia
y la terrenalidad es el nuevo dios
que arrasa con todo
en el tobogán de las pasiones
y de las miserias que nunca desertan.
La altivez no lo autoriza a estresarse
cuando se hunde en su galería de indigencias.
25) CASCARÓN TAPIZADO
Le dice adiós y el atavío se pulveriza.
Adentro residen la identidad, la eternidad y la siega.
La indumentaria es temporal y sucia.
De tu esencia nada se quedará acá.
Algunos no salen de la terrenal vestimenta, ni sepultados.
ANTOLOGÍA DE POEMARIOS
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De la antología “Las sotanas de Satán”
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